30 de junio de 2014

Aire y agua

El aire que no valoramos, ese "aire que exigimos trece veces por minuto", el aire que es gratis, el aire necesario y supuestamente al alcance de todos no es, sin embargo, un derecho de todos los seres humanos. Porque por falta de aire acaban de morir 30 personas hacinadas en una barcaza cuando intentaban alcanzar las costas de una Europa marchita que insiste en mirar hacia otro lado.
El agua del mar que representa para nosotros placer y libertad, la playita en la que disfrutamos del sol y el aire salado, el mar en el que navegan hermosos veleros azules y blancos es una barrera y una tumba para miles de seres humanos.
Los medios no paran de hablar de inmigrantes ahogados, asfixiados, rescatados, enterrados, repatriados. Los inmigrantes son personas como nosotros que han tenido la desgracia de nacer "al otro lado". Los inmigrantes son seres humanos como nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros hermanos que vienen de una tierra donde la muerte es parte de lo cotidiano.
Ya está bien de hablar de inmigrantes. Basta ya de tanto cinismo y tanta hipocresía. Hastiada de no saber cuál es la solución cuando la UE encuentra salidas para otros problemas que no tienen la más mínima importancia en comparación con este infierno real. Asqueada de la prepotencia del Norte sobre el Sur, de los países desarrollados sobre los subdesarrollados, de los ricos sobre los pobres. Y, por supuesto, avergonzada de ser una privilegiada que poco hace aparte de sentir compasión y dar gritos al aire.
Inmigrantes asfixiados no: hombres y mujeres muertos por no tener aire que respirar.

1 comentario:

  1. Miles de personas muriendo diariamente y lo único que nos preocupa son nimiedades como que hayan cerrado nuestro restaurante favorito. Pero claro, son negros, son del tercer mundo, no tienen nada que ver con nosotros. Razonamientos así, si es que se les puede llamar razonamientos, son los que rondan la cabeza de la mayoría de los occidentales al oír noticias como esta. Lo primero que sentimos al enterarnos de estas cosas es alivio. Me atrevería a afirmar que la mayoría de las personas se sienten aliviadas por no ser ellas las que se encuentran en esa situación. Sí, alivio antes que compasión, indignación o al menos un mínimo de empatía. Y así va el mundo…
    Más de una vez he visto como al salir dichas noticias en el telediario el volumen de la televisión se bajaba o una conversación que estaba a punto de acabar se volvía, de pronto, animada e interesante para todos. Como si así el problema dejase de existir. Además de no hacer nada al respecto, de no luchar por solucionarlo, no somos capaces de soportar ni tres minutos de esta horrible situación. Preferimos refugiarnos en nuestra ignorancia, para evitar sentirnos mal con nosotros mismos. A veces nos atrevemos incluso a hacer el típico comentario de “qué injusticia” o “ojalá pudiese hacer algo por ayudarlos”, quedándonos satisfechos con nuestra gran reflexión y aumentando una hipocresía tan propia del ser humano.
    La cosa es que sí que podemos ayudarlos. De hecho somos los únicos que tenemos recursos para hacerlo. Son ellos, los que mueren diariamente, quienes están a expensas nuestras. Por supuesto que es más cómodo cerrar los ojos y mirar para otro lado, librándonos de quebraderos de cabeza, pero definitivamente no es lo que está bien. Todos los miembros de países desarrollados debemos tomar partido y luchar por lograr igualdad para estas personas. Porque no olvidemos que antes que pobres, “negritos”, tercer mundistas y demás calificativos, son personas. Personas con los mismos derechos, deberes y dignidad que nosotros, o al menos en teoría…
    No me gustaría llevar a malentendidos y daros la oportunidad de que os refugiéis en eso de que “no puede existir una igualdad total en el mundo”. No soy ninguna ilusa detrás de ninguna utopía. Pero sí creo que si todos disminuyésemos un poquito nuestro nivel de vida y nos moviésemos más, podríamos ayudar a muchas personas. Que requiere sacrificio, sí. Pero que la recompensa merece la pena, también. Por eso os animo a que os unáis a esta lucha de la que todos formamos parte. Porque si no estaréis ayudando al bando contrario. Y si las miles de personas que están muriendo no son suficiente motivación, sed egoístas y hacedlo por vosotros. ¿De verdad queréis vivir en un mundo en el que levantar vallas entre países y naufragios de pateras estén a la orden del día?
    Por mi parte, la respuesta está bien clara.

    Laura Torrelo

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